jueves, 6 de mayo de 2010

Antonio Banderas: «La mejor película es la vida de cada uno»

El actor repasa su trayectoria y exhorta a seguir «caminando» en su investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Málaga 




Antonio Banderas: «La mejor película es la vida de cada uno»
Momento en el que la rectora de la UMA, Adelaida de la Calle, le coloca el birrete de doctor por la UMA./SALVADOR SALAS.

«Una extraña mezcla entre lejía, caramelo y madera vieja» impregnaba el cine Echegaray. Era aún un niño Banderas, pero el recuerdo sigue aún muy vivo en su retina. «Con los ojos abiertos como platos, con el corazón palpitante, totalmente abandonados y entregados a la historia», el malagueño soñaba con «cruzar al otro lado de aquel espejo», soñaba que era otro, quizás aquel héroe que «salvaba a la chica» de la película. «Lo que no podía intuir» es que algún día lo sería, que se pondría la máscara del Zorro y muchas otras más en aquella gran pantalla con la que tanto había soñado. Y mucho menos hubiera imaginado que, gracias a ello, un día se pondría el birrete de doctor. Ayer supo lo que es esa sensación. La Universidad de Málaga (UMA) lo investía como doctor honoris causa en reconocimiento a sus más de treinta años de trayectoria (ver vídeo de la investidura). «Un título que no sé si merezco», admitía el actor, productor y director malagueño con la sencillez de aquel «niño delgaducho, con el pelo ensortijado y las orejas salidas llamado José Antonio» en el que se reconocía hace más de cuarenta años (leer discurso íntegro de Banderas).
«Profundamente agradecido» a la UMA, Banderas vio pasar ante sus ojos, y se lo hizo ver pasar al auditorio congregado en la ETSI de Telecomunicación e Informática, su vida y obra como si fuera una película. Desde aquellos últimos años sesenta de su infancia hasta su salto a Madrid y Estados Unidos y, por supuesto, su vuelta a Málaga para rodar 'El Camino de los Ingleses'. «Si tenía que buscarme en este nuevo terreno -el de la dirección- habría de hacerlo en aquellos lugares donde descansaban mis recuerdos, mis nostalgias, donde todavía estaba una gran parte de mí», comentó. Así echó a andar por aquel 'camino', y continúa haciéndolo. «Aún sigo caminando, quizás reconociendo que la mejor película, la única, es la vida, la de cada uno», comentó en un discurso plagado de recuerdos en el que no podía faltar su particular homenaje a Pedro Almodóvar. Aquel «chico medio gordito» que una tarde, en la terraza del café Gijón, se acercó a él y le dijo: «Tú deberías hacer cine... tienes una cara muy buena para los dramas románticos». Dicho y hecho. Con 'Laberinto de pasiones' «comenzó una de las épocas más interesantes e increíbles de mi vida».
Para Banderas, el cineasta manchego «fue distinto a todo lo demás». Y allí estaba él, «absolutamente consciente de ser parte de algo que sin duda comenzaba a reescribir la historia de nuestra cinematografía». «El haber pasado por las manos de este magnífico creador pulió y de alguna forma fue perfilando mi personalidad como actor y como persona», argumentaba con el poso de quien, años después, trabajaría con otros grandes de la talla de Steven Spielberg o Jonathan Demme.
Atrás quedaba aquella época en la que Banderas se montaba en un vespino para representar a los clásicos griegos en las ruinas del teatro romano. Todo normal si no fuera porque lo hacía vestido de centurión romano con minifalda tableada. Anécdotas como aquella y otras muchas se agolpaban ayer ante su mirada, incluidas las clases con Guillermina Soto, la Escuela de Arte Dramático, el Corral de Comedias ARA con Ángeles Rubio Argüelles y, cómo no, aquel 3 de agosto de 1980 que aún recuerda con precisión. Fue entonces cuando, con 15.000 pesetas en el bolsillo y con una maleta cargada de expectativas» tomó rumbo a Madrid. Luis Balaguer, Lluis Pascual, Almodóvar... Y de ahí, a EE UU. «Entré bailando un mambo por los rincones de las calles de Hollywood que un día tendrían una estrella con mi nombre en una de sus aceras». Pero es ese su mayor logro. Además de haber podido sentir que dirigir «es convertirse en una especie de Dios virtual» y haber sido «testigo de cómo la comunidad latina ha sabido ganarse el respeto y la posición que merece», Antonio Banderas ha tenido la oportunidad de comprobar que el cine «sirve a muchos propósitos, y todos son lícitos».
«Cine con mayúsculas»
Así lo demuestran todos esos méritos que le llevaban ayer a convertirse en honoris causa en Málaga. Como enumeró su padrino en la investidura, el profesor titular de la Facultad de Ciencias de la Comunicación Carlos de las Heras (leer discurso íntegro de De las Heras), 27 películas en España, 36 en EE. UU., seis producciones, dos direcciones y multitud de premios entre los que destacan el de mejor actor europeo o el Donostia del Festival de San Sebastián. «Hablar de Antonio Banderas es hablar de esfuerzo, de trabajo, de constancia, de talento, de excelencia, de quien cruza el Atlántico sin dejar de estar entre nosotros», consideró De las Heras, impulsor de una distinción con la que la UMA no sólo reconocía al actor malagueño, sino también, como destacó la rectora, Adelaida de la Calle, «al cine con mayúsculas» (leer discurso íntegro de la rectora).
Un galardón que, en realidad, es un camino que echaba ayer a andar. Como anunció la rectora (ver información sobre la rueda de prensa previa a la investidura), la Universidad ya trabaja para ofrecer una nueva titulación de Estudios Cinematógraficos, estudios -apuntó- «que hoy ponen su primera piedra» con el 'enlace' que ayer sellaba la institución con Banderas y que se traducirá, además, en becas de movilidad internacional y la puesta en marcha de una Cátedra para profundizar en los valores de la Semana Santa.
Fuente: Diario Sur

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